viernes, 15 de octubre de 2010

Somos Dos.


Abatido por una existencia diluida en las apariencias, se acercó a mí un hombre elegantemente vestido. Era uno de esos soberanos a los que la riqueza material había arrebatado su más preciado tesoro. Venía deformado por una felicidad ficticia, por el halo del placer comprado, por una alegría postiza. Durante largo rato me refirió los desgracias de su historia, fecunda en arideces y prolífica en desengaños, y me pidió consejo, preguntándome por qué el destino había extenuado sus bríos. Le contesté: “Señor, usted busca la felicidad abriendo todas las puertas, las de su ser hacía fuera y olvida que la felicidad tan sólo penetra cuando las puertas se abren hacía dentro.”


Claudia Bürk

1 comentario:

Unknown dijo...

Siempre genial, siempre sorprendente. Precioso blog, apetece entrar de puntillas. Un abrazo

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