lunes, 13 de septiembre de 2010

Un regalo


Blanca, la rosa de todas las almas, la vuestra perdida en el fondo de nuestras manos...
A veces al amanecer, cuando no percibiréis con certeza si estáis dormidos o despiertos, o a la hora exacta de cualquier crepúsculo, cuando las sombras os harán dudar de vuestros raciocinios y sentidos, adivinaréis invisibles presencias sin confirmarlas, susurros, aleteos como brisa de viento suave, risas contenidas y hasta puede que rocen con vuestras mejillas algo que no podréis definir. Somos nosotros, los ángeles, venimos, vamos, sin que nos tengáis en cuenta más que en un delirio; auscultamos vuestros secretos, absorbemos vuestras penas, sostenemos rosas blancas y os susurramos melodías imposibles. Si os perdisteis en el apuro por vivir, solamente hace falta que nos convoquéis con vuestro corazón: un pensamiento vuestro, y corremos a vuestro encuentro: ¡pobres criaturas!, siempre a tientas, a punto de caeros, pero indemnes, sin embargo eternos, tomados de nuestras manos.
Podréis vernos, lo mismo que a los destellos de un farol en la niebla,
una señal de auxilio en la obscura tormenta.
Somos vuestra blanca sombra, transparencia guardiana,
hecha con el insomnio y el íntimo temblor de cada uno de vuestros instantes,
igual que una respuesta que se adelanta siempre a cualquier pregunta.

A Carlos,
Claudia Bürk

Un detalle

Más Violeta

Naranja

Amarillo

¿Mariposas?

Rojo brillante

Rojo sangre

Rosa suave